7 consejos para ayudar en un ataque de ansiedad
Es posible que muchos de nosotros no sepamos cómo reaccionar cuando una persona de nuestro entorno sufre una crisis de ansiedad. ¿Hemos de intentar calmarla? ¿Apartarnos? ¿Hablarle? Les dejamos 7 prácticas recomendables.
La ansiedad es una respuesta normal en muchas situaciones. Por ejemplo, podemos sentirla ante un examen o antes de hablar en público. No tiene por qué ser una sensación negativa, ya que activa nuestro cuerpo y nuestro cerebro, ayudándonos a prepararnos mejor ante un desafío o una amenaza. Sin embargo, en algunos casos puede aparecer sin explicación aparente y «resulta desproporcionada ante el estímulo, llevando a que la persona se bloquee”.
Los síntomas de un ataque de pánico no son solo la sensación de ansiedad y el miedo, sino también la taquicardia, palpitaciones y los temblores, entre otros. Cuando una persona tiene estos síntomas, el miedo y la inquietud los retroalimentan, provocando un círculo vicioso. A esto se suma que una persona que ya ha sufrido un ataque con anterioridad puede estar más sensibilizada ante estos síntomas, agravando esta retroalimentación.
Si estamos con una persona que sufre una de estas crisis, se recomiendan dos actuaciones básicas:
1. “Quitarle importancia en la medida de lo posible”. Es decir, “acompañar a esa persona y señalar que nada de lo que le pasa puede hacerle daño”. El objetivo es “ayudar a no magnificar la crisis”. Hay personas que piensan que les está dando un infarto o que están perdiendo la cordura, pero un ataque de ansiedad nunca provoca nada de esto.
2. “Tratar de distraer su atención”. La idea es que no preste atención a estas sensaciones para evitar que sigan retroalimentándose. Para desviar de forma eficaz su atención, se recomienda hacer que esa persona hable de otros asuntos que no tengan que ver con lo que le está ocurriendo.
Esto no es tan fácil como parece. Los ataques de ansiedad aún no son muy conocidos, cosa a que lleva a que “las personas con estos síntomas en ocasiones no se sientan comprendidas”, ya que en ocasiones se asume que es algo que se puede controlar de forma voluntaria.
El tratamiento psicológico puede ayudar a las personas con problemas de ansiedad “a desarrollar hábitos más saludables de pensamiento y de manejo de emociones”. Es decir, estrategias que prevengan la aparición de crisis y ayuden a gestionarlas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 1,9 millones de españoles tenían en 2015 trastornos relacionados con la ansiedad, lo que supone el 4,1% de la población del país. Según esta organización, entre el 15 y 20% de la población padecerá alguno de estos trastornos a lo largo de su vida.
“Recuérdales que no están solos”
1. No intentes siempre darles un abrazo. Los abrazos pueden hacerlos sentir como si los estuvieran reteniendo.
2. Que no respondan no significa que te estén ignorando. A veces no pueden hablar todavía. Los ataques pueden venir causados por una discusión o un desacuerdo, y a veces se los confunde con que nos estén ignorando por algo que hemo hecho. Puedes decirle: “Si quieres hablar, pero no puedes, mueve tu dedo”.
3. Respira de forma profunda. ¿Te has fijado en que cuando te abrazas a alguien acabáis sincronizando vuestra respiración? ¿O que cuando la gente respira de forma profunda cerca de ti te hace sentir como si necesitaras respirar de forma profunda? Igual incluso lo has hecho solo porque yo lo he señalado. Así que si esa persona está respirando de forma frenética, respira tranquila y profundamente y comenzará a sincronizar su respiración con la tuya.
4. Los movimientos lentos con las manos para sincronizar la respiración pueden ayudar. Quizás en el brazo o en su espalda.
5. Les puedes decir que paren o que se tranquilicen. Pero hazlo bien, no de forma brusca. Si les puedes pillar pronto puedes calmarles diciendo: “Está bien, tranquilo”. Pero añade los movimientos de las manos.
6. A veces se desploman en el suelo. Siéntate con ellos, túmbate con ellos. Recuérdales que no están solos.
7. No te enfades con ellos. Los ataques de pánico pueden ocurrir por las razones más tontas.